Luego de la audiencia del 30 de diciembre de 2009 contra el profesor Miguel Angel Beltrán Villegas, el abogado de las supuestas víctimas, Jaime Arturo Restrepo Restrepo, parece estar interesado únicamente en un protagonismo mediático, pues, en las audiencias, con acento más que montañero, solo atina a decir que adhiere a lo que diga el fiscal Bejarano. Al finalizar sale raudo y veloz a buscar cuanta cámara pueda para emitir juicios condenatorios contra el Dr. Beltrán Villegas, usurpando las funciones de Juez de la República, mostrando, además, el mayor irrespeto por un docente que lo supera de manera apabullante en títulos obtenidos, reconocimientos internacionales y publicaciones de gran calao.
Para el señor Restrepo su participación en este proceso no ha sido mas que un plató escénico donde puede presentar su circo compuesto por acompañantes más propias del “Star system” criollo que de un debate jurídico intelectual, sus supuestas víctimas extraídas de no se sabe dónde, así como de una vitrina para exhibir rutilantes joyas.
Este abogado es enfático con micrófono en mano para afirmar la culpabilidad del Dr. Miguel Ángel Beltrán Villegas, buscando generar opinión pública parcializada, y de manera arbitraria viola el “debido proceso” así como la “presunción de inocencia”, sin percatarse de la misma contundencia que tiene la defensa para demostrar la inocencia del brillante académico, solo que a ellos no les afana convertirse en la “vedette” televisiva que ha encarnado el yupi Restrepo,
De otra parte, resulta muy triste que los patriarcas de la justicia hoy determinen la vida de un hombre inteligente, con base en supuestas pruebas informáticas, cuyos paradigmas de verdad seguramente habrán cambiado en pocos años. Basta recordar los tiempos de la condena a Copérnico, o los dogmas sobre la supuesta indivisibilidad de un átomo, o el concepto de registro fiel de la realidad en la fotografía o el video, más ahora que con el pasar del tiempo nos hemos encontrado con que la imagen es manipulada a placer con ánimo de crear escenas que nunca ocurrieron.
Lo técnico, lo tecnológico, en especial las nuevas tecnologías de la información son campos extremadamente dinámicos y lo que hoy parece una verdad, al amanecer puede estar completamente desvirtuada.
Por tal, quien acusa y quien juzga debe ser poseedor de una ética incólume y plena claridad en los conceptos fundamentales para decidir la vida de una persona y su familia.
En este sentido el llamado va también para los medios de comunicación y el eco que hacen a las ligerezas de quien concede el tipo de entrevistas que hoy aludimos. Es hora de que los periodistas ejerzan un acto reflexivo y de mayor altura académica para trascender el rol de simples androides que oprimen un botón en la cámara para amplificar las voces del show.
Ahora bien, confinar tras las rejas a un pensador con el señalamiento de Rebelión es un insulto a la sociedad. Que se encarcele por homicidio, por actos terroristas, por cercenar con motosierra, por otros delitos de lesa humanidad, contiene alguna lógica. Pero dictaminar que merece el Pabellón de Alta Seguridad alguien que no piensa igual al gobierno de turno, por demás al extremo corrupto, es lo más parecido a un régimen dictatorial que amedranta y se hace más terrorista que aquellos a quienes dice combatir.
Afortunadamente Mafalda no nació en Colombia, si no, ya estaría “pastoriando”.
