ORACION A LA JUSTICIA
Señora de ojos vendados
que estás en los tribunales
sin ver a los abogados,
baja de tus pedestales.
Quítate la venda y mira
Cuánta mentira.
Actualiza la balanza
y arremete con la espada
que sin tus buenos oficios
no somos nada.
Lávanos de sangre y tinta
resucita al inocente
y haz que los muertos entierren
el expediente.
Espanta a las aves negras
y aniquila a los gusanos
y que a tus plantas los hombres
se den la mano.
Ilumina al juez dormido,
apacigua toda guerra
y hazte reina para siempre
de nuestra tierra.
Señora de ojos vendados,
con la espada y la balanza
a los justos humillados
no les robes la esperanza.
Dales la razón y llora
porque ya es hora.
María Elena Walsh
Varios amigos y amigas, colegas de ASPU, me dijeron que hiciera un balance de lo que ha sido este largo tiempo de injusticia, así que no puedo evitar pensar que llega un nuevo año y con él, la esperanza de retornar al campus universitario para seguir ejerciendo la cátedra y la investigación crítica, sin embargo, en contravía de esta idea, el Estado Colombiano a través de su aparato judicial se obstina en su persecución política manteniéndome privado arbitrariamente de la libertad.
¿Cuántos meses han transcurrido desde mi secuestro en México? ¿Cuántos desde el inicio de mi juicio oral? Son más de 21 meses y hasta el momento la fiscalía especializada de antiterrorismo NO ha logrado probar su acusación, pese a las pruebas ilícitas e ilegales con las que ha pretendido fundamentar sus imputaciones y las innumerables falencias e inconsistencias en los testimonios presentados por el ente acusador como aquel que rindió el intendente, señalando que había cometido un delito al “hacer un comentario sobre la historia de las FARC” en uno de mis escritos.
Formalmente mi condición jurídica es de sindicado, pero en la práctica, se me ha tratado como condenado: Me condenaron las autoridades migratorias de México que me sometieron a tratos crueles e inhumanos y mediante una deportación ilegal y arbitraria me trajeron a Colombia, violando el artículo 22 de la Convención Americana sobre los derechos humanos y otros tratados Internacionales.
Me condenaron, el director de la policía, general Oscar Naranjo y el ex fiscal Mario Iguarán, cuando -sin prueba alguna- sostuvieron ante los medios de comunicación que yo era un peligroso terrorista y estaba organizando células terroristas en México.
Me condenó el ex presidente Uribe Vélez cuando en un consejo comunitario señaló, de manera temeraria, que yo era “Jaime Cienfuegos”, “un profesor de sociología dedicado al terrorismo”.
Me condenaron los jueces y magistrados del Tribunal Superior que legalizaron un secuestro y una detención ilegal, donde se violaron todos mis derechos fundamentales, empezando por el de mi integridad física.
Me condenó el abogado representante de víctimas, Jaime Restrepo, al afirmar irresponsablemente ante los medios escritos y hablados que yo era un importante miembro de la Comisión Internacional de las FARC, y por “cadena de mando” debía indemnizar a las víctimas de esa organización guerrillera.
Casi dos años después, estos señalamientos han sido desvirtuados y la Verdad se abre paso lenta pero segura, no obstante, sigo siendo tratado como condenado.
Me condena el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) que sistemáticamente ha negado mi condición de funcionario público, con el propósito de mantenerme recluido en un pabellón de Alta Seguridad, mezclado con peligrosos paramilitares y delincuentes sociales.
Me condena la Procuraduría General de la Nación que efectivamente reconoce mi calidad de funcionario público, pero con el fin de adelantarme una investigación disciplinaria.
Me condenan las Directivas Universitarias que no sólo han guardado silencio frente a esté injusto proceso sino que me desafiliaron de la seguridad social, junto con mi núcleo familiar.
Me condenan aquellos (as) colegas que han vendado sus ojos, taponando sus oídos y sellado sus labios frente a todos estos atropellos.
Y… ¿Qué queda de todo este absurdo montaje judicial?
Queda al descubierto la naturaleza criminal de una Estado que persigue y castiga la libertad de pensamiento, de investigación y de cátedra.
Queda en evidencia la doble moral de los gobiernos de México y Colombia. Que se proclaman “democráticos” y que no dudan en recurrir a los más ruines procedimientos para silenciar a sus opositores.
Queda al desnudo la falta de “objetividad” de los medios masivos de comunicación oficiales, empeñados en su papel de deformar favoreciendo los intereses de las élites gobernantes.
Queda de manifiesto la parcialidad de algunos jueces de la república que han traicionado su mandato judicial de impartir justicia y han dilatado al máximo este proceso, obligándome a cumplir una condena sin que previamente se haya emitido sentencia alguna.
Queda claro el papel de una burocracia universitaria empeñada en administrar el “alma mater” con criterios puramente tecnocráticos, divorciándola de su función humanista.
Pero toda experiencia por negativa que sea, aporta siempre valores positivos y ésta no ha sido la excepción:
Queda la inagotable solidaridad de todos y todas ustedes, que coloca al ser humano por encima de cualquier idea de fatalidad histórica.
Queda la fuerza de unos ideales humanistas, que nos impulsa a congregarnos a través de toda la tierra, sin importar las barreras que se nos interponen.
Queda la convicción y el entusiasmo de todos (as) aquellos (as) que han participado de una u otra forma en esta campaña por la libertad de pensamiento, de investigación y de cátedra.
Queda la dignidad de quienes NO nos doblegamos ante una Estado que emplea la violencia indiscriminada para acallar a sus opositores.
Queda la esperanza de poder reencontrarnos en un espacio de libertad donde la palabra pueda circular libremente.
Queda la certeza que: “EL SILENCIO NO ES UNA ALTERNATIVA”
MIGUEL ANGEL BELTRAN VILLEGAS
PRESO POLÍTICO
PABELLÓN “ALTA SEGURIDAD”
“LA PICOTA”, MARZO 22 /2011
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