MIGUEL BELTRÁN, ABSUELTO Y EXILIADO, REFLEXIONA
http://www.elheraldo.co/revistas/latitud/entrevista/miguel-beltran-absuelto-y-exiliado-reflexiona-109186
Relata que fueron dos años detrás de los fríos barrotes de La Modelo
en Bogotá, “muy duros”. El sociólogo de la Universidad Nacional admite además
que su vida cambió.
El Miguel Ángel Beltrán de antes, entregado a su cátedra y al continuo
proceso de retroalimentación académica con sus estudiantes de un momento a otro
se truncó al ser convertido en el principal enemigo público de la Seguridad
Democrática, por sus artículos, por disentir del discurso oficial, por su
postura crítica.
Graduado en licenciatura en Ciencias de la Educación con especialidad
en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital, y en Sociología de la
Universidad Nacional de Colombia se dedicaba a la docencia en universidades del
país y, antes de su detención en mayo de 2009, residía en México adelantando
estudios de doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México. El académico fue expulsado del país azteca en
una operación conjunta con autoridades mexicanas y capturado al aterrizar en la
capital colombiana.
Los argumentos de la Fiscalía y la Procuraduría para solicitar su
condena se basaron en supuestas comunicaciones encontradas en computadores del
excomandante guerrillero alias Raúl Reyes, muerto en un bombardeo en suelo
ecuatoriano.
Beltrán Villegas fue acusado de rebelión y concierto para delinquir al
ser señalado por las autoridades colombianas como ‘Jaime Cienfuegos’ y miembro
del Frente Internacional de las Farc, acusaciones que fueron desvirtuadas al
ser consideradas ilegales por la Corte Suprema de Justicia.
Actualmente es investigado disciplinariamente por la Procuraduría, en
cabeza del reelecto Alejandro Ordóñez, pero mantiene su cabeza en alto e
investigando sobre su pasión: el conflicto, actual tema nacional en la mesa de
diálogo de La Habana.
Hoy reside temporalmente en Argentina dictando conferencias e
investigando sobre las aportaciones del pensamiento latinoamericano en el campo
de la sociología histórica, y las motivaciones que han llevado a un sector de
la población colombiana a asumir el camino de las armas. Ahora, tomándose
diariamente el segundo café más amargo de su vida, el del exilio, respondió a
las siguientes inquietudes.
¿Por qué representaba una
amenaza para el Estado?
He reflexionado sobre eso
mucho, no era tanto Miguel Ángel la persona sino lo que representaba, por un
lado un sociólogo vinculado a la universidad pública durante el gobierno de
Uribe, en el que la persecución fue muy fuerte contra la universidad, y hubo un
afán de él, por la misma resistencia, por la expresión crítica que se dio, para
castigar a la universidad, y la mejor forma fue presentar a un profesor como
infiltrado de la guerrilla.
Cuando se dio la zona de despeje con Pastrana, y aprovechando que
muchos pudieron ir al Caguán, fui y me entrevisté con Raúl Reyes para hacer un
balance de lo que era el conflicto y las posibilidades que representaban los
diálogos de paz. En México, donde hice mi maestría y doctorado, había una
representación de las Farc reconocida por el gobierno, tenía su permiso, y pude
tener una relación académica con ellos para conocer sus opiniones sobre la
guerra, eso pesó en mi contra.
Escribí varios artículos y los tomaron como pruebas de que pertenecía
a las Farc. Hoy estoy absuelto pero el reelecto procurador Alejandro Ordóñez ha
continuado con su abierta labor de persecución a la libertad de cátedra y
pensamiento. Al punto que ha solicitado a los funcionarios de la Universidad
Nacional que informen cuál ha sido mi participación, a partir de 2004, en
congresos, seminarios, cursos, diplomados, encuentros, foros y otros eventos de
orden académico que he realizado en el país o en el exterior, así como eventos
y grupos de estudio en los que he participado. Todo ello con la anuencia de las
directivas universitarias, que poco o nada han hecho, en este caso, por
defender su autonomía universitaria.
¿Por qué salió del país?
Fui informado de amenazas de
muerte y un plan para asesinarme de una fuente fidedigna que me dio datos muy
puntuales de cómo se iba a dar mi asesinato. Tengo familia, mi idea era
continuar con la universidad, lo he hecho desde otros espacios, pero tuve que
salir, no quería repetir lo que les ha pasado a otros académicos, el caso del
profesor Correa De Andréis pesa mucho en esta historia. De hecho, familiares
suyos entraron en contacto con los míos aconsejándome que me fuera apenas
saliera libre porque temían que me ocurriera lo mismo.
¿Qué particularidades encuentra
entre el caso del profesor Alfredo Correa De Andréis y el suyo?
Se trata de dos hechos dolorosos que
ilustran claramente la perversidad y el cinismo con el que actúa el Estado
colombiano en su propósito de perseguir y criminalizar el pensamiento crítico.
A Alfredo Correa lo asesinaron por su compromiso con los sectores populares y
sus investigaciones socio-económicas en torno al desplazamiento forzado en la
región del Atlántico, en las que había puesto al descubierto desviaciones
indebidas de fondos del Plan Colombia, al mismo tiempo que denunciaba el
despojo de tierras a cientos de campesinos en la población de Ciénaga.
Además de ello, años atrás, como rector de la Universidad pública del
Magdalena, se había opuesto a las reformas que apuntaban hacia su
privatización. En mi caso, se utilizaron mis escritos sobre el conflicto social
y armado colombiano, así como algunas reflexiones en torno al papel de los
estudiantes y el cambio social, con el fin de adelantarme un proceso por el
supuesto delito de rebelión. Tanto en una como en otra situación se evidenció
la participación de los organismos de inteligencia del Estado, en la confección
de pruebas falsas para inculpar a inocentes, y cuando esto quedó al
descubierto, en el caso del profesor Correa se recurrió a su vil asesinato.
A Correa De Andréis le clonaron testimonios de supuestos
exguerrilleros para acusarlo, y contra usted contrataron a un agente en México
para que lo siguiera y le ‘encontrara’ algo. ¿Es posible creer que los montajes
hicieron parte de una política de Estado?
Los montajes judiciales se incrementaron notablemente durante los ocho
años de gobierno de Álvaro Uribe, sin embargo, esta política ha sido aplicada
sistemáticamente por el Estado colombiano desde los tiempos del expresidente
Turbay Ayala. Incluso en aquella época los militares tenían la potestad de
juzgar a civiles, a través de los llamados ‘consejos verbales de guerra’, donde
se violaban todas las garantías procesales de los sindicados.
Hoy, las violaciones al debido proceso siguen al orden del día, y la
existencia de un ‘cartel de testigos falsos’ es un elemento indicativo de lo
que pasa en la justicia colombiana. La arbitraria detención del exdiputado
Sigifredo López y la sentencia contra el profesor y líder social David Rabelo
evidencian que en Colombia los montajes judiciales no son cosas del pasado,
siguen siendo parte de una política de Estado.
¿Por qué en una democracia a personas como Correa De Andréis y a usted
las señalaron prácticamente como enemigos del Estado?
Porque a pesar de que las élites gobernantes han pretendido proyectar
internacionalmente la imagen de que Colombia es un país que cuenta
supuestamente con una de las democracias más estables del continente, en
realidad lo que ha aplicado desde hace varias décadas es una política de
terrorismo de Estado, en la cual los opositores políticos y sociales son
considerados enemigos internos, así que el caso del profesor Correa y el mío,
que en su momento fueron presentados como resultados exitosos de la mal llamada
política de Seguridad Democrática, no son únicos y se suman a los miles de
colombianas y colombianos perseguidos, y hostigados por sus posturas críticas.
¿Qué opina de los puntos de la
agenda pactada entre Gobierno y Farc?
Son muy generales pero al
analizarlos hay elementos que no son tan fáciles de resolver, el tema agrario
es sustancial, siempre ha estado en los orígenes del conflicto armado y
resolverlo es darle salida a la guerra. No es fácil, como el tema de la
participación política que implica saber cuáles son las garantías que van a
tener las Farc en caso de que decidan asumirse como organización política y hacer
política legal implica requisitos que siempre ellos han planteado.
El tema del desmonte de los paramilitares es importante porque,
creamos o no, a pesar del proceso de desmovilización sabemos que estos nuevos
grupos denominados bacrim están muy ligadas con los anteriores, entonces, parte
de esa negociación debe llevar a eso, a cuáles son las garantías y medidas que
van a llevar realmente a garantizar la posibilidad de ejercer en espacios
políticos en el campo legal, para que no se repita lo que ocurrió con la Unión
Patriótica.
¿Cómo sobrevive usted en el
exterior?
La Universidad Nacional me
otorgó una prórroga de un año a la comisión de estudios que se había
interrumpido por mi secuestro en México. Cabe anotar que esto se logró gracias
a la comprometida intervención de la representación profesoral, y a la presión
nacional e internacional ejercida por los sindicatos de profesores. Mientras el
Consejo Superior Universitario tomaba esta decisión, estuve con una licencia no
remunerada y pude sobrevivir gracias a la solidaridad de mi familia, colegas,
amigas y amigos de dentro y fuera del país. Esto me permitió darme cuenta de
que –a diferencia de otros espacios académicos del mundo, donde el derecho a la
vida prima sobre cualquier otra consideración– en Colombia, las universidades
no ofrecen garantías para quienes investigamos temas relacionados con el
conflicto armado, de manera tal que los costos son asumidos individualmente.
Son muchos los académicos que han tenido que enfrentar esta situación,
es de resaltar el caso reciente del profesor Renán Vega, que a pesar de las
múltiples amenazas recibidas, las directivas de la Universidad Pedagógica se
niegan a concederle una permiso para que pueda resguardar su integridad
personal. Esto, sin duda, es una forma de censurar su trabajo investigativo.
¿Qué tan compleja es la
cotidianidad de un exiliado?
La condición de exilio supone
una ruptura con la cotidianidad; una separación brusca del círculo familiar, de
los amigos y un aislamiento también del contexto laboral y cultural del país.
La inserción en un medio social diferente no es una labor fácil. Lo
sorprendente es que después de tantas generaciones de mujeres y hombres,
perseguidos políticos en Colombia, que se han visto forzados(as) a salir del
país a causa del conflicto armado, al día de hoy el Estado y en ocasiones la
misma sociedad no reconocen esa realidad y mucho menos el gran drama humano
individual y colectivo que conlleva el exilio. Peor aún, muchos consideran que
se trata de una condición de privilegio.
Por Óscar López Lobo
Especial para EL HERALDOBuenos Aires, Argentina
Hola Miguel Angel
ResponderEliminarEs triste mucho de lo que relatas, pero es una situación que has tenido que afrontar y lo has hecho como debe ser.
Me parece acertada la forma como has actuado, aqui en Colombia, no es necesario hacerse matar y ser considerado uno más que murió como debía ser, ya que como la justicia formal no pudo actuar (a pesar de haberte tenido 2 años en la cárcel sin pruebas claras), entonces se vale el asesinato, o como muchos lo justificarían la pena de muerte de un guerrillero, eso si sin juicio porque a los enemigos de la paz no les interesa la justicia.
Es mejor que estés vivo, porque podemos leer lo que piensas y saber de lo que haces, muchas veces toca protegerse, aunque muchos lo llamen cobardía, pienso que no lo es.
Felicidades por lo que estas haciendo, con tu colaboración se puede conseguir la paz que Colombia necesita, por eso es que debes vivir y por mucho tiempo mas y morir cuando te llegue la hora, ojalá bien anciano, pero no asesinado vilmente.
Saludos desde tu patria Colombia